La ciudad que supo vestirse de gala una noche al año se quedó sin disfraz. Y, lo peor, sin excusas.
Rosario Romero acaba de sumar otro logro a su lúgubre vitrina de “gestión”: la Fiesta de Disfraces (FDD) 2025 –el evento más convocante del litoral, la inyección turística que dejaba millones en hotelería, gastronomía y fletes de glitter– no se hará en Paraná por primera vez en casi tres décadas. Lo confirmó la propia organización con un lacónico mensaje en redes: “Esta edición tendrá lugar, por primera vez, en otra ciudad. Pronto daremos más detalles”. Traducción libre: “Gracias, Rosario, pero preferimos un lugar con calles transitables y canillas que goteen agua potable, no promesas vacías”.
La ciudad de los baches perpetuos
Mientras el Palacio Municipal multiplica sus campañas de marketing sobre “obras históricas”, la realidad raspa el cárter de cualquiera que intente salir de su casa. El mapa de baches crece a la velocidad con la que se abren nuevos locales de arregla‑llantas. El FDD traía 45 mil visitantes que, además de aplaudir disfraces, sufrían el rally off‑road gratuito dispuesto por la intendencia. Este año se ahorrarán el trauma cervical.
Agua: cortada, turbia o inexistente
Paraná viene de semanas enteras de cortes programados –y otros tantos “inesperados”– de suministro. El chiste en redes ya es viejo: “Para bañarte, pedí turno como en el Registro Civil”. Imaginemos ahora 45 mil turistas intentando lavarse el aguaplast pos‑fiesta con baldes y termos. Los organizadores vieron el desastre venir y se fueron antes de quedar pegados a la foto.
El costo político de perder la FDD
- Golpe económico directo: la Cámara Entrerriana de Turismo estimaba en más de $3.500 millones la derrama 2024 (al cambio que usted prefiera). Se esfuman recursos para hoteles, bares y remises, justo cuando la recaudación municipal hace agua… literal y figuradamente.
- Prestigio turístico laminado: si la FDD –nacida, criada y potenciada acá– decide emigrar, ¿qué evento de menor calibre elegirá quedarse?
- Señal de alerta para inversores: nadie quiere producir conciertos, ferias o competencias deportivas donde no hay garantías básicas de infraestructura ni reglas claras para permisos.
Rosario Romero, disfraz de narradora
La intendenta apelará, sin dudas, a su arsenal habitual: la culpa es de “la crisis”, de “la oposición que pone palos” (que desde el libertario BAEZ hasta Lucia Varisco eligen el silencio sepulcral ante los desaguisados de la familia BACHE) o de “la herencia recibida”. Pero ni la macroeconomía ni la oposición muda llenan pozos, ni bombean Tanque Potabilizador. La FDD no se lleva sus máscaras a otra ciudad por ideología: se va porque Paraná dejó de estar a la altura logística y sanitaria que un evento masivo exige.
¿Y ahora qué?
- Plan de contingencia: inexistente. No hay propuesta para retener el flujo turístico perdido.
- Mesa de diálogo: apenas un posteo en redes prometiendo “seguir conversando”.
- Cronograma de obras: opaco. Las licitaciones publicadas se demoran o cambian de rubro al compás de los titulares.
Mientras tanto, Rosario Romero sigue celebrando inauguraciones de bicisendas a medio pintar, comprando las benditas luces led de ENERSA y posteos en Instagram con filtros vintage. La ciudad real, la que ya no tendrá su icónica Fiesta de Disfraces, seguirá disfrazada de capital provincial mientras lidia con baches XXL y canillas mudas.
La conclusión es sencilla: cuando la gestión municipal no puede garantizar asfaltos decentes ni agua corriente, la cultura y el turismo hacen las valijas. Paraná se quedó sin fiesta porque, en manos de Rosario Romero, ni siquiera pudo mantener el decorado. Y si hoy nos quitan la FDD, mañana nos quitarán cualquier ilusión de vivir en una ciudad que funcione.
La Caldera – donde la realidad hierve, aunque a veces no salga ni una gota del grifo.