La Caldera

POLITICA – ECONOMIA – DEPORTES

BUSTISMO 4.0

Hay cosas que no mueren. Mutan, se disimulan, se visten de blanco y hablan de modernización. Se sacan el poncho de la vieja política y se ponen el saco ajustado de la nueva gestión. Pero en Entre Ríos, el poder no cambia: se recicla.

El frigerismo no es una fuerza nueva. Es el bustismo, con otra peinada.

Así como el urribarrismo fue bustismo con pantalla de LED y familia con poder, y el bordetismo fue bustismo con buenos modales y cara de nada, el frigerismo llegó con promesa de motosierra, y terminó sosteniendo la estantería completa.

Lo único que hizo fue reacondicionar el decorado, cambiar el color del logo y dejar a los mismos de siempre manejando la caja, la Justicia y el Estado.

Julio Rodríguez Signes, eterno fiscal de Estado, es el ícono de esta continuidad impune. Entró con Urribarri, se agachó con Bordet, y ahora Frigerio lo sostiene como garantía de no tocar nada.

Y cuando se habló de cortar con los privilegios, de barrer con los favores, lo primero que se hizo fue designar a dedo al adjunto, Martín Rettore, otro acomodado de la mesa chica.¿Y la limpieza prometida? Plumero. Ni hablar el caso del hijo de RONCAGLIA a cargo de la aviación civil casi sin horas de vuelo

En IOSPER, la intervención fue un acting. Se echaron culpas, se armó ruido, pero lo único que cambió fue quién reparte los cargos. Delegados a dedo en cada ciudad, sueldos obscenos, afiliados cada vez más maltratados, y una estructura que sigue siendo exactamente igual. Eso sí, ahora con sello frigerista. Como si la casta se pudiera administrar.

En ENERSA, los Tórtul siguieron facturando. Bertochi, heredado del bordetismo, fue sostenido por más de un año hasta que la Justicia lo fue a buscar. Mientras tanto, punteros, hijos de intendentes y amigos del poder seguían entrando como si fuera una agencia de colocaciones partidarias.

Frigerio prometía concursos y transparencia, pero vivía en una casa alquilada a los contratistas del escándalo.Y en el núcleo del poder, la dupla Colello–Troncoso gobierna como lo hacían Mauro Urribarri y Juan Pablo Aguilera: sin cargo electivo, sin control, sin rostro público. Pero con lapicera. La rosca está intacta, los métodos también. Y la lógica es la misma: controlar el Estado, ocupar cada casillero, garantizar fidelidades y tapar los baches con pauta y nombramientos.

El frigerismo no existe. Es un decorado. Una franquicia administrada por quienes aprendieron de lo peor del PJ y lo aplican con estética PRO. No hay ruptura. Hay continuidad. No hay nueva política. Hay reciclaje.

El bustismo nunca fue derrocado. Fue absorbido. Y Entre Ríos no votó un cambio, votó una gestión distinta del mismo poder.La pregunta no es si Frigerio es diferente.

La pregunta es: ¿qué parte del sistema está dispuesto a romper? Y hasta ahora, la respuesta es clara: ninguna.

La sociedad entrerriana no soporta otra estafa discursiva. No quiere más gobernadores que hablan de eficiencia mientras reparten el Estado entre parientes. No quiere más fiscales eternos. No quiere más punteros con credencial de funcionario. No quiere más acomodados con apellidos que ya estaban en los ’90.Quiere coraje. Ruptura. Ver que alguien se atreva a sacar de raíz lo que todos vienen podando.

Pero por ahora, lo único que florece es el bustismo. Con otro peinado. Con otro logo. Con la misma impunidad de siempre.