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El yerno de Bahler se ofende: ahora quiere que el Colegio de la Abogacía discipline a quienes preguntan por los jueces

El querellante Pedro Fontanetto, abogado de la familia de Julieta Riera en la causa contra Jorge Julián Christe, salió a los medios a pedir nada menos que la intervención del Colegio de la Abogacía contra la defensora, Mariana Barbitta. Dice que la letrada utilizó “información falaz” para recusar al juez Juan Malvasio y reclama que el Colegio “le llame la atención” por atreverse a señalar los vínculos entre jueces y querellantes.

Traducido: el yerno del exdiputado Alejandro Bahler, abogado joven, mediático y de buena agenda en los tribunales, quiere que una corporación profesional funcione como policía del pensamiento para sancionar a una colega que simplemente hizo lo que cualquier defensa tiene derecho a hacer: preguntar quiénes son los amigos del juez que va a juzgar a su cliente y qué hacían juntos en plena pandemia.

La fiesta existió, la foto existe

La recusación de Barbitta se apoyó en algo muy concreto: una foto del casamiento de Pedro Fontanetto donde se ve, entre otros invitados, al juez Juan Malvasio y al exdiputado provincial de Concordia Alejandro Bahler, suegro del querellante. La imagen fue publicada en blogs y portales, y después circuló por redes y expedientes. Nadie la negó. Ni Malvasio, ni Bahler, ni el propio Fontanetto.

No fue un asado cualquiera: fue una fiesta en pandemia, en tiempos en que la ciudadanía común tenía que contar cuántas personas se juntaban para un cumpleaños mientras ciertos sectores del poder se daban el lujo de casamientos con jueces, exdiputados y funcionarios judiciales de Concordia, incluidos nombres como Mariano Joaquín Caprarulo, hoy vocal del Tribunal de Juicios y Apelaciones y cuñado de Bahler según consta en sus propias biografías públicas.

Entonces, ¿dónde está la “información falaz”?
¿En decir que Malvasio y el yerno de Bahler comparten una mesa familiar y política?
¿En marcar que ese mismo juez debe decidir el futuro de Christe?
¿O en recordar que la fiesta se hizo en plena pandemia, mientras al resto de la sociedad se le pedía sacrificios y encierro?

Lo único que hay de “falaz” es la pretensión de que una foto que existe, una fiesta que existió y vínculos familiares que figuran en los currículums oficiales se borren del debate público por decreto judicial.

De la defensa de los derechos a la patrulla ideológica

Hay otro dato que no es menor: Pedro Fontanetto no es un recién llegado. Es hijo del exdiputado provincial Enrique Fontanetto, que en los años del GEN levantaba banderas de transparencia, paridad y control institucional.

Hoy, uno de sus hijos aparece pidiendo censura, intentando que el Colegio de la Abogacía sancione a una colega por lo que dice en una recusación, y alineándose con un discurso peligroso: que cuestionar a un juez es “atacar a la Justicia”. La misma lógica que se usa cada vez que alguien se atreve a mencionar fiestas en pandemia, vínculos familiares, o la cómoda mesa de caballeros en la que se sientan siempre los mismos.

El juez Alejandro Cánepa ya hizo su parte: rechazó la recusación de Barbitta, habló de “información falsa” y ratificó a Malvasio en la causa.
Es discutible, como toda decisión judicial, y la defensa tiene sus vías recursivas. Lo que no es discutible es el salto cualitativo que ahora pretende Fontanetto: convertir un desacuerdo jurídico en un expediente disciplinario contra la abogada que se animó a incomodar al sistema.

Concordia: la ciudad más pobre del país mirando cómo sus jueces se protegen

Todo esto viene de Concordia, la ciudad que una vez más encabeza el ranking nacional de pobreza: casi la mitad de su población es pobre y más del 12% vive en la indigencia, según los últimos datos del INDEC.

Mientras 8 de cada 10 chicos tienen problemas para llegar a fin de mes, las energías de parte de la dirigencia política y judicial se concentran en otra cosa: discutir si es “respetuoso” o no mostrar una foto de fiesta, si es “ético” preguntar por qué un juez aparece abrazado al suegro del querellante, si corresponde o no disciplinar a una abogada porque no se arrodilla ante la corporación.

Concordia no es sólo la ciudad más pobre del país. Es también el escenario preferido de un poder judicial que se mira el ombligo, se emociona con sus propias investiduras y, cuando alguien prende la luz sobre sus vínculos, grita “falacia” y llama al Colegio para que vengan a apagar el incendio.

El Colegio de la Abogacía: ¿defender la profesión o castigar al discrepante?

El pedido de Fontanetto coloca al Colegio de la Abogacía ante una disyuntiva clara:
– o se presta a ser herramienta de disciplinamiento contra una defensora que cuestiona a un juez,
– o respeta la esencia misma del ejercicio profesional: la libertad de criticar, recusar, denunciar y exponer aquello que puede afectar la imparcialidad de un magistrado.

La defensa técnica no es un trámite simpático. Es incómoda por definición. Un día le toca señalar que un juez se fue de fiesta en pandemia con el entorno del querellante; otro día, que un fiscal cenaba con el imputado. Sin esa incomodidad, no hay debido proceso ni juicio justo.

Si cada vez que un abogado se anima a decirlo se expone a ser denunciado por “información falaz” y llevado a un tribunal de ética, lo que se está construyendo no es justicia: es una mordaza corporativa.

La Caldera

Desde La Caldera lo decimos con todas las letras: la defensa de Christe tiene derecho a preguntar por las relaciones personales del juez Malvasio, a exhibir fotos de fiestas en pandemia y a plantear recusaciones fundadas en esos hechos. Que eso moleste a Fontanetto o al STJ es parte del juego democrático; lo que no se puede naturalizar es que se use al Colegio de la Abogacía para silenciar a quien incomoda.

La fiesta existió.
La foto existe.
Los vínculos familiares existen.

Lo que falta, justamente, es que exista una Justicia que no tema mirarse al espejo. Mientras tanto, que los yernos ofendidos de Concordia dejen de confundir su honor herido con la libertad de expresión de los demás.