La Caldera

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El Tren Fantasma: Michel, Bordet y una foto que ilusiona, a sus opositores.

En Concordia, Gustavo Bordet y Guillermo Michel se subieron al Tren Fantasma de la política entrerriana.

Los medios amigos lo presentaron como un gesto de crítica y autocrítica, pero en realidad fue el último vagón de una locomotora cargada de cinismo, frases vacías y dirigentes que hace rato perdieron el rumbo.

Bordet, el exgobernador multimillonario, responsable de una provincia endeudada, de tarifas impagables y de una estructura estatal colonizada por amigos, punteros y testaferros, reapareció acompañado de Michel, el mismo que desde la Aduana de Alberto Fernández prometía transparencia mientras acumulaba poder y negocios.

Dos mariscales de la derrota que ahora intentan maquillar su responsabilidad en el derrumbe del peronismo entrerriano con una puesta en escena más cercana al terror que a la esperanza.

El acto no generó ilusión. Generó rechazo. Porque en Concordia, como en toda la provincia, hay un peronismo que no se resigna a ver cómo estos personajes siguen ocupando espacios mientras esconden los balances de gestión, se niegan a rendir cuentas, y siguen blindados por un aparato judicial y mediático que los protege.

Michel, que sueña con una candidatura a senador y se exhibe como interlocutor de Cristina, Massa y Pichetto, es parte de ese tren sin destino.

Y Bordet, que debería dar explicaciones por los manejos del IOSPER, de Enersa, del IAFAS y de los contratos truchos, actúa como si fuera un espectador más de su propia obra de destrucción.

El verdadero peronismo está abajo, mirando cómo se reciclan los mismos nombres que lo llevaron al borde del colapso. Y frente a ese tren fantasma que no tiene destino ni maquinista, cada vez más militantes eligen bajarse.

Porque no quieren ser cómplices del silencio, de la derrota maquillada, ni de la autocrítica ensayada para la tribuna.

Ese tren no representa futuro. Es solo la puesta en escena de un modelo agotado.