Un nuevo intento de autodeterminación de una joven agente de la Policía de Entre Ríos volvió a romper el blindaje mediático que el ministro de Seguridad, Néstor Roncaglia, intenta sostener a fuerza de posteos, réplicas y ataques a la prensa. Esta vez fue en Concordia: 24 años, arma blanca, comisaría de la Primera. Y, otra vez, la ambulancia. Con este caso, ya van seis en lo que va del año. Seis policías que decidieron quitarse la vida en una fuerza donde los partes oficiales nunca hablan de crisis, pero los pasillos y las guardias cuentan otra historia.
Mientras la tropa se mata —literalmente—, el ministro tiene tiempo para contestar caricaturas y notas de La Caldera, acusándonos de “falsedad total” por mostrar lo que él calla: su historial de conducción autoritaria, su verticalismo extremo y la pésima herencia que dejó en la PFA, de la que salió envuelto en críticas internas y externas. Lo dijimos cuando publicamos sobre los seguros de aeronaves, lo repetimos cuando destapamos las contrataciones directas a empresas amigas, y lo confirmamos ahora: Roncaglia siempre está más preocupado por su imagen que por la seguridad de su gente.
Puertas adentro, el clima es tóxico: departamentales manejadas como feudos, jefes que replican la lógica de “orden y silencio”, sobrecarga laboral que obliga a trabajar 15 o 16 horas por monedas, y una “contención psicológica” que en la práctica es un teléfono que nunca atiende. El modelo Roncaglia no cambió desde sus días de jefe de la Federal: el que se quiebra, se va; el que protesta, lo trasladan. Y mientras tanto, la conducción se aplaude a sí misma en actos, con estadísticas maquilladas.
Pero el ex jefe de policía de Macri no soporta que se lo diga en voz alta. Por eso ataca a La Caldera. Porque sabe que acá ya contamos cómo fue su rol en la Federal, cómo quedaron las internas después de su salida, y cómo en Entre Ríos repite la receta: blindaje mediático, mano dura puertas adentro y silencio para la sociedad.
La pregunta no es si la Policía está en crisis: la pregunta es cuánto más va a aguantar antes de que esta bomba de tiempo explote fuera de los muros de las comisarías. Y cuando eso pase, ni sus posteos ni sus ataques a la prensa van a poder tapar el desastre.