En junio de 2024, Ángel Giano había sorprendido con una frase que, para los estándares de la política entrerriana, sonaba casi a herejía:
“Designé a los hijos de Adán Bahl a pedido suyo y me arrepiento”.
Lo dijo sin titubeos y quedó registrado en Análisis Digital y otros portales. Un sincericidio que puso en evidencia cómo funciona la rosca legislativa: nombramientos a dedo como moneda de cambio, favores cruzados y el típico “yo te doy, vos me das”.
Pero apenas unos meses después, el hombre del arrepentimiento rápido parece haber cambiado nuevamente de idea. Porque esta semana, en Concordia, Giano recibió la visita de Adán Bahl y Guillermo Michel (sí, el mismo Michel que La Libertad Avanza acusó de “coimero” por el curro de las SIRA).
El regreso de los que nunca se fueron
La escena fue digna de postal política: charla distendida, poses para la foto, choripanes y tortas fritas de por medio. Ni rastro del arrepentimiento reciente ni del distanciamiento que Giano había ensayado frente a Bahl. La foto vale más que mil excusas: ahí estaban, como si nada hubiera pasado, Bahl, Michel y Giano, compartiendo acto en la capital del peronismo concordiense.
Coherencia en oferta
En la lógica de esta clase política, no hay contradicción:
Ayer, se admite públicamente que se hizo un favor político indebido… y se promete no repetirlo.
Hoy, se vuelve a posar sonriente con los mismos protagonistas, como si la historia no se hubiera escrito.
Mañana, si hace falta, se volverá a hablar de “errores” y “arrepentimientos” para ajustar el discurso a la coyuntura.
Mientras tanto, Entre Ríos sigue atrapada en el loop infinito de las roscas, los nombramientos discrecionales y las alianzas de ocasión. Y la ciudadanía, mirando desde afuera, se pregunta si el “me arrepiento” era una convicción… o apenas una pausa para la foto siguiente.