Rogelio Frigerio llegó al poder con el discurso de CAMBIO: achicar el Estado, cortar privilegios, ordenar las cuentas. Pero, un año y ocho meses después, lo que se ve en Entre Ríos se parece más a un Estado maquillado que a una administración decidida a encarar una transformación real. Un Estado pesado, costoso, similar al que dejó Gustavo Bordet, y con las mismas mañas de siempre.
Sanciono una ley para 4 o 5 ex mandatarios que ademas la presento mal porque ni si quiera sabian que caja pagaba esos beneficios, armo una ley de dudosa constitucionalidad para cuando se vaya, detono el IOSPER (que noe staba mal pensado, estaba lleno de LADRONES, metio 2 interventores, uno ya esta imputado por corrupcion), puso a TRONCOSO a controlar ENERSA (se ve que el ministerio le deja mucho tiempo), en el IAFAS permite la quiebra de NEWTRONIC S. A. que no paga a empleados ni deudas pero habria acordado con una empresa PORTEÑA el cambio de manos, es decir todo parecido a lo que veiamos.-
Los decretos publicados en los últimos meses son una radiografía de este modelo. Se multiplican las designaciones, recategorizaciones y cargos sin sentido. Entre los más insólitos aparece la creación de un Subsecretario de Capacitación, Calidad y Hospitalidad en Turismo —un título que suena más a sátira que a necesidad—. También figuran coordinadores de energías renovables y eficiencia energética, directores de industrias culturales, articuladores de áreas de capacitación, y hasta coordinadores de prensa y comunicación en distintas dependencias. Un festival de nombramientos que expone el “plumero” con el que se disimula la falta de un rumbo transformador.
En paralelo, el gobierno mantiene adscripciones que prometio erradicar, como la del funcionario Claudio Ava Aispuru, derivado desde el Ente Región Centro a la Cámara de Senadores sin que se conozcan funciones claras. Este tipo de maniobras responden más a equilibrios políticos y favores legislativos que a la eficiencia que el gobernador prometió.
La educación, en tanto, quedó bajo la conducción de una funcionaria sin formación pedagógica, sin experiencia y con escasa empatía con los docentes. En lugar de fortalecer el sistema con cuadros técnicos sólidos, Frigerio eligió apostar a un nombre cómodo para la política, pero débil frente a los desafíos de un área clave.
La salud sigue atrapada en las viejas prácticas: contrataciones directas millonarias, como la de más de 35 millones de pesos a una clínica privada, sin licitación, en tiempos donde se reclama austeridad y transparencia.
Mientras tanto, se pagan millones en compensaciones de vivienda para funcionarios foráneos, se contratan servicios arcaicos —como alquiler de fotocopiadoras en 2025— y se mantienen estructuras duplicadas o innecesarias. Todo esto en una provincia que se endeuda con créditos de hasta 70 mil millones de pesos para sostener un gasto político que no baja.
Frigerio no está usando la motosierra que prometió. Apenas sacude el plumero sobre un aparato estatal oxidado, que sigue gastando mal y reproduciendo privilegios. Entre Ríos necesita un gobernador que se anime a encarar una reforma de fondo, no alguien que se limite a reparar goteras o a maquillar discursos con tecnología y prensa.
La política del maquillaje, tarde o temprano, deja de convencer. El plumero no alcanza.