En Entre Ríos el clima político ya no es de estreno. Las críticas al gobernador Rogelio Frigerio se acumulan: un funcionariado relajado, más pendiente de las redes sociales que de mostrar resultados concretos, y una gestión que parece reducir sus ideas a una sola fórmula: salir de garante para créditos ajenos. Ahora, como en 2017, el plan es volver a endeudarse.
Pero el malhumor social no viene solo por la deuda. El desgaste también se alimenta de los privilegios que se cocinan en la empresa provincial de energía. ENERSA se convirtió en refugio de políticos y en fábrica de indemnizaciones millonarias. El caso del corrupto Bertochi dejó huella: aseguran que cobró una jugosa compensación por “dejar” el directorio… y volver a su puesto original.
Ahora, el turno de las miradas es para Manuel Troncoso, ministro de Gobierno y Trabajo… y, al mismo tiempo, vicepresidente de ENERSA. Un doble cargo que no solo concentra poder político y manejo de relaciones, sino que también lo habilita a reclamar una indemnización cuando deje el directorio, aun si regresa al sillón que ocupa en el gabinete. Un beneficio legal que más que norma laboral parece blindaje corporativo.
En la calle Santa Fe, la sensación es que Frigerio quiere irse llevándose hasta los 011. Y si Troncoso se despide con cheque en mano, será una postal perfecta de cómo el poder se indemniza a sí mismo mientras la provincia queda hipotecada… otra vez.
