La Caldera

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Daniel Rossi: “Si esta es la foto del peronismo para el 2027, si no nos echan, nos vamos solos.”

El dato político de estos días no es solo el pedido formal de expulsión de Domingo Daniel Rossi y otros dirigentes del PJ entrerriano. Es la respuesta:

El pedido disciplinario existe, tiene expediente y firma: sectores del peronismo de Santa Elena y el propio Consejo Provincial recibieron notas reclamando la expulsión de Rossi entre otros dirigentes por “actividad antipartidaria” en la última campaña.

La ironía es quién empuña ahora el látigo moral: Mauro Díaz Chávez, intendente de Aldea San Antonio, convertido en cruzado de la ortodoxia peronista. En su propio pueblo viene de una paliza en torno al 70–20 y representa, en números reales, unos 200 votos. Con ese capital político mínimo, se anima a exigir expulsiones masivas, como si el problema del PJ fueran los que ganan y no los que vienen coleccionando derrotas.

Del otro lado, Rossi gobierna Santa Elena con equilibrio fiscal, una ecuación casi herética en Entre Ríos: alrededor de 40 % del presupuesto en sueldos y 60 % en obras, sin haber sido precisamente el niño mimado de ninguna gobernación. No lo vuelve impoluto ni intocable, pero sí lo coloca en un lugar incómodo para la conducción: es de los pocos que puede mostrar gestión y votos al mismo tiempo.

El contexto nacional y provincial hace más absurda la escena. Desde 2015, Entre Ríos vio cómo el peronismo perdía el balotaje a manos de Macri en la provincia, cómo Cambiemos le ganaba 52 % a 38 % en las legislativas de 2017, cómo Frigerio arrasaba en 2021 con más del 54 % contra 31 % del Frente de Todos, y cómo el mismo Frigerio ponía fin a 20 años de gobiernos justicialistas al quedarse con la gobernación en 2023. En 2025, Milei coronó el cuadro con una legislativa devastadora para el peronismo en todo el país.

Con esa seguidilla, la decisión no es abrir puertas, sino achicar el partido a fuerza de sanciones. En vez de preguntarse por qué se fueron los votos, se discute a quién se le retira la simbología partidaria del local.

Rossi, con todos sus conflictos y prontuario político, pone el dedo en la llaga: si la foto del 2027 es la de los que vienen perdiendo desde hace una década y ahora además quieren expulsar a quienes todavía suman por afuera de ese círculo, no hay proyecto de crecimiento posible. Es un club de administración de restos.

La verdadera pregunta no es si expulsan o no a Rossi. La pregunta es otra, más incómoda:
si esa es la dirigencia que se reserva el derecho de admisión para 2027, ¿quién queda del otro lado del mostrador… además de los 200 votos que firman las expulsiones?