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❄️ Buena época para recordar el curro de las frazadas de Stratta

Por Redacción de La Caldera

En Entre Ríos bajan las temperaturas, pero hay funcionarios que deberían estar transpirando frío por causas que siguen “frizadas” hace años. Una de ellas es la escandalosa compra de frazadas en 2016 por parte del Ministerio de Desarrollo Social, entonces a cargo de Laura Stratta, durante la gobernación de Gustavo Bordet.

Se trató de una licitación pública para adquirir 30.000 kilos de tela polar por un total de 6.996.000 pesos, lo que equivalía en ese momento a 437.500 dólares. La adjudicación fue para la firma Compañía Comercial Mayorista SRL, pese a que RAMARCOM, una empresa local, ofrecía el mismo producto a menor precio. La diferencia de costos representaba un sobreprecio de aproximadamente 93.700 dólares, que el propio Tribunal de Cuentas calificó como “perjuicio fiscal”.

El caso llegó hasta el Tribunal de Cuentas, que dictó la Acordada 284/16 para establecer el control preventivo en contrataciones de “alta significación económica”, como esta. ¿Qué hizo el Ejecutivo? Lo ignoró olímpicamente. En lugar de acatar las observaciones, Bordet firmó el Decreto N.º 820/17, dejando sin efecto la suspensión de la compra y ordenando pagarle a la empresa adjudicataria con intereses incluidos. Como si fuera poco, instruyó que “no se aplique la Acordada 284” y que, eventualmente, se envíe un proyecto de ley para reglamentar el control… algún día.

Mientras tanto, los 437.500 dólares ya estaban comprometidos. La respuesta institucional fue clara: «el Tribunal de Cuentas se excedió en sus atribuciones» —dijo la Secretaría Legal y Técnica— y se optó por “blanquear” la irregularidad mediante decreto, como si nada.

Recordemos: la Constitución de Entre Ríos, en su artículo 213, obliga al control preventivo de este tipo de contrataciones. Pero en lugar de investigar o corregir el gasto, el Ejecutivo eligió legalizar el curro. Una postal de época.

💬 ¿Y la Fiscalía, el Observatorio de la Independencia Judicial, el Ministerio Público Fiscal? Nada. Ni una causa, ni una imputación. La operación quedó sepultada bajo toneladas de polar y silencio.

El escándalo tiene todos los ingredientes: sobreprecios, empresas amigas, desprecio institucional al control externo, y un Estado que, ante la advertencia de sus propios órganos de contralor, decidió seguir adelante como si nada hubiera pasado.

Hoy que vuelve el frío, sería buen momento para que algunos también recuerden que la memoria no se abriga con tela polar.