La Caldera

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NOS QUIEREN CALLADOS. NOS VAN A TENER GRITANDO MÁS FUERTE.

La persecución judicial no tiene límites. Ahora, por haber pedido grabar una audiencia donde la jueza me anticipó que iba a rechazar todo lo que yo planteara, el Poder Judicial de Entre Ríos lanza una nueva operación, esta vez con una medida de restricción firmada por el juez Esteban Sebastián Elal, cuya trayectoria y vínculos no sorprenden a nadie.

No vamos a nombrar a la jueza, porque no vamos a incumplir ninguna medida arbitraria. Pero sí vamos a decir las cosas por su nombre: el Dr. Elal es parte central de esta maniobra, y en breve será denunciado formalmente ante el Jurado de Enjuiciamiento por mal desempeño, arbitrariedad manifiesta, y por utilizar su cargo para avalar persecuciones políticas disfrazadas de resoluciones judiciales.

Elal nunca debió acceder al cargo que ocupa. Ha sido cuestionado por su desempeño en múltiples causas, y su cercanía con sectores de poder político y judicial lo han vuelto un engranaje clave del encubrimiento institucional. Ahora es él quien responde por una medida escandalosa, tomada a pedido del Ministerio Público y a espaldas del derecho.

Lo que no dice la resolución es lo más grave: que en la audiencia de ayer, yo renuncié como abogado defensor porque la jueza, sin escucharme, me dijo que ya tenía decidido rechazar todo lo que planteara. Me obligaron a seguir sin abogado, y cuando quise grabar la situación, me lo negaron tres veces. La jueza interrumpió la audiencia durante 15 minutos para ir a consultar con Elal, y volvió con una decisión tomada: que no podía irme, que no podía hablar, que no podía defenderme.

Eso no es justicia. Es tortura institucional.

El video de esa audiencia existe. Está grabado. No hice ningún acto de coacción ni de amenaza. Solo hice lo que cualquier defensor haría cuando lo acorralan: intentar dejar constancia.

Lo que quieren es simple: quieren que me calle, que me rinda, que baje la cabeza. Quieren empujarme contra un paredón y disparar.

Pero no lo van a lograr.
Porque cada ataque es una prueba. Y cada prueba, una bala que me dispara más fuerte en la dirección correcta: la verdad.

Próximamente, denuncia penal, denuncia ante el Jurado y ampliación internacional. Elal, esta vez no va a zafar.