En Carnaval Stream, Guillermo Michel dijo que en Entre Ríos “pierden los trabajadores y los empresarios, y ganan los abogados”, y se mostró dispuesto a discutir una reforma laboral que –según planteó– puede ser beneficiosa para los trabajadores.
Más allá de la frase fuerte, lo interesante es el personaje: una vez más, Michel exhibe un discurso en Entre Ríos y otro en Buenos Aires. En la provincia suele presentarse como defensor del empleo y crítico del rumbo económico; en la pantalla porteña se lo ve más permeable a ideas clásicas del liberalismo económico, como bajar la litigiosidad y revisar el esquema de juicios laborales.
Esa flexibilidad no es nueva. Fue hombre clave de Sergio Massa en la Aduana y, ya con Javier Milei en la Casa Rosada, se quedó algunos días al frente del organismo y hasta sonó para continuar en el cargo, en un gesto que él mismo presentó como “responsabilidad institucional” para facilitar la transición. No lo nombraron, pero el dato muestra que hubo, como mínimo, diálogo y disposición a convivir con el nuevo esquema de poder.
Hoy, como diputado nacional electo, Michel aparece en una versión menos “K” que la de la campaña y más alineada con la agenda de reformas que se discute en Buenos Aires: reforma laboral, rediseño del sistema de juicios, señales amigables al capital. La tensión está en cómo se traduce eso al territorio entrerriano, donde conviven pymes asfixiadas, trabajadores precarizados y una justicia laboral lenta.
La frase de que “pierden trabajadores y empresarios” toca un punto real del malestar con el sistema. La discusión de fondo será si ese diagnóstico sirve para mejorar la protección y la previsibilidad para ambos, o si termina siendo la puerta de entrada a un recorte de derechos presentado como “modernización”. Allí, más que el volumen de Michel en TV, lo que va a contar es la letra fina de los proyectos que acompañe en el Congreso.























