La senadora Meca Domínguez, electa por el departamento Feliciano en las listas del peronismo, se convirtió en un engranaje clave para el avance del frigerismo en el Senado entrerriano. Su nombre resuena no por proyectos legislativos ni por gestión territorial, sino por su oportunismo político de manual: el que le permitió aprovechar la debilidad del PJ provincial para quedarse con una banca, y luego usarla como plataforma para pasar —sin escalas— al bando de quienes militan el ajuste, la motosierra y la demolición del Estado.
📉 La jugada OSER: abstención a medida del poder
El punto de inflexión fue la votación de la Ley OSER, que disolvió el IOSPER y fue rechazada de plano por el peronismo. En esa sesión, Meca se abstuvo estratégicamente, permitiendo que el oficialismo consiguiera el quórum para aprobar una de las leyes más cuestionadas de la gestión Frigerio. Su abstención, tan medida como funcional, le abrió las puertas del frigerismo… y le cerró la confianza de quienes todavía creen en algo llamado lealtad política.
Lo más insólito es que se abstuvo cuando el voto en contra era un acto mínimo de coherencia, teniendo en cuenta que llegó al Senado con una boleta del PJ. Su paso a las filas del oficialismo no fue una decisión ideológica, sino una traición táctica vestida de autonomía.
🧬 De heredera peronista a invitada de la Sociedad Rural
Poco después, Meca Domínguez se paseaba por la Sociedad Rural de Palermo, festejando los anuncios del presidente Javier Milei sobre la eliminación de retenciones. Desde Feliciano a Palermo, en tiempo récord. Y sin escalas de autocrítica.
Se codeó sin pudor con lo más rancio del antiperonismo ruralista, celebrando políticas que desfinancian a las provincias, pulverizan la salud pública, y condenan a los trabajadores estatales al desamparo. Lo hizo sin una pizca de conflicto interno, sin una línea que explicara su nuevo lugar en el mapa ideológico. Porque en realidad, ya no tiene mapa: solo brújula para ubicar dónde está el poder.
🧾 Una banca ajena, una agenda propia
Vale recordar que llegó a esa banca sin estructura propia, con un PJ desorganizado que, por omisión o negligencia, la dejó competir sin control. Hoy, esa banca la usa para destruir desde adentro lo que alguna vez juró defender. La reforma del sistema de salud, el vaciamiento del IOSPER, el alineamiento con el frigerismo, la ruptura con el bloque peronista, todo en línea con su nuevo rol de «aliada estratégica» del gobierno.
Y como si eso fuera poco, integra el Jurado de Enjuiciamiento, donde su voto es funcional a los pactos de impunidad del poder judicial y político de turno. Allí tampoco representa al pueblo de Feliciano, sino a los acuerdos de Palacio.
🖋 Conclusión: una senadora sin vergüenza
Meca Domínguez no es una excepción, es el síntoma de un sistema político donde los cargos se transforman en pasaportes al oportunismo. No representa a Feliciano, ni al peronismo, ni a la ética pública. Representa el arte de colarse en la política para después cambiar de piel. Y su piel actual es el rancio antiperonismo que festeja el desguace del Estado desde la tribuna de los ganadores de siempre.
