El rechazo de la recusación contra el juez Malvasio confirma una vez más la doble vara del poder judicial entrerriano. El juez Cánepa desestimó las fotos del casamiento de la hija de Fontanetto —donde se ve a Malvasio en la mesa de honor con el exdiputado Alejandro Bahler— afirmando que “no valen más que un Como Alberto: hicieron una fiesta en pandemia, pero zafaron
El rechazo de la recusación contra el juez Malvasio vuelve a exhibir la doble vara del poder judicial entrerriano. El juez Alejandro Cánepa desestimó las fotos del casamiento de la hija de Fontanetto —donde se ve a Malvasio compartiendo mesa con el exdiputado Alejandro Bahler— afirmando que “no valen más que un rumor”.
Sin embargo, esas imágenes no eran invento: circularon en varios portales, fueron parte de un debate público y hasta generaron respuestas porque la fiesta se realizó en plena pandemia. Como Alberto en Olivos, Bahler y los jueces de Entre Ríos tuvieron su fiesta privada, pero acá zafaron.
En el debate apareció además un nuevo dato: Fontanetto habría patrocinado a Malvasio en su designación como juez, cuestionando el concurso en el que fue nombrado. Aunque ambos juran que “no son amigos”, la relación profesional existió y es difícil de ignorar.
El fallo de Cánepa tampoco resiste análisis. Se trata de un juez con un largo recorrido como militante del PJ, ligado a Sergio Halle y a Rosario Romero, y con vínculos previos con el propio Bahler. Es decir, alguien del mismo círculo decidiendo si esas relaciones personales afectan la imparcialidad. Y, por supuesto, concluye que no.
El problema no es solo que se trate de “amigotes”. El problema es que ahora lo sabemos, y eso está prohibido: la imparcialidad no solo debe ser real, sino también visible. La Corte Suprema en el caso Goyeneche recordó que las recusaciones no pueden despacharse con construcciones dogmáticas o fórmulas de “no apelabilidad”. Deben ser tratadas con seriedad, porque la confianza pública depende de ello.
A pesar de ello, FONTANETTO repite la excusa más liviana: en Paraná “hay pocos abogados y se frecuentan entre ellos”, como justificó Fontanetto. Pero no se trata de cantidad, sino de calidad institucional. Si los mismos que se sientan a brindar en fiestas privadas son quienes después deciden sobre la libertad, el patrimonio o la vida de los demás, lo que está en juego es la credibilidad misma de la justicia entrerriana.