La Caldera

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Editorial: El feudalismo del siglo XXI en Corrientes

La entronización del hermano de Gustavo Valdés en Corrientes no es un simple recambio democrático: es la consolidación de un régimen feudal, donde el poder se transmite como herencia familiar, bajo el silencio cómplice de quienes deberían escandalizarse.

Corrientes, atravesada por la tragedia del caso Loan, se convirtió en la capital de las desapariciones de niños, epicentro de un drama que dejó al desnudo las relaciones más perversas entre política, justicia y bajeza humana. Allí apareció una mujer denunciando haber sido abusada por el propio padre del gobernador, con un hijo más parecido a Gustavo Valdés que al flamante mandatario electo. Esa escena resume la podredumbre de un sistema que ya no necesita esconderse: se perpetúa con el apellido en la boleta y la impunidad como garantía.

La doble moral

Los mismos que se horrorizan con Insfrán en Formosa callan frente al feudo correntino. La doble moral atraviesa a todos: libertarios que conviven con negociados escandalosos y peronistas que levantan candidaturas como Michel y Bahl, financiadas con los dólares que hipotecaron al país en su paso por la función pública.

La historia argentina ya conoce este libreto: de los Juárez a los Zamora en Santiago del Estero, ahora los Valdés en Corrientes. Siempre lo mismo: lo que condenamos en el adversario lo toleramos en el propio.

El pacto del olvido

El caso Loan fue un espejo que mostró la cara más oscura de Corrientes y de la Argentina: cómo la tragedia puede convertirse en rutina, cómo los poderes pactan para dar vuelta la página y seguir adelante como si nada. Pero cada página que se pasa sin justicia es un ladrillo más en la construcción de estos regímenes feudales.

La democracia no puede ser feudo, ni apellido heredado. Mientras la clase política elija la conveniencia antes que la coherencia, el país seguirá atrapado en el círculo de la impunidad y la resignación.