El tan anunciado “encuentro de mujeres” en Paraná terminó siendo otra postal deslucida de un oficialismo que se repite en slogans pero se achica en convocatoria. Rosario Romero y Laura Stratta, viejas socias de la rosca justicialista, intentaron levantar la figura de Adán Bahl, pero lo que se vio fue un salón a medio llenar, caras largas y un discurso calcado de otros tiempos.
Una foto para la tribuna
La intención era mostrar respaldo, sumar músculo político y dar la impresión de que Bahl tiene detrás un movimiento de mujeres sólido. Pero lo cierto es que apenas lograron reunir un puñado de dirigentes conocidas de siempre, sin renovación, sin base militante y con un claro aire de acto armado para la foto.
Romero, ahora intendenta, apeló al libreto de “la gestión” y “la experiencia”. Stratta, con su habitual tono, habló de género y participación, pero sin propuestas concretas, ni conexión con los problemas reales que atraviesan las entrerrianas.
El ocaso de un modelo agotado
Lejos de entusiasmar, el encuentro dejó en evidencia el aislamiento creciente del sector. La gente ya no acompaña con entusiasmo este tipo de montajes, que buscan más cuidar cargos y prebendas que plantear un futuro distinto.
Ni siquiera el relato de la “unidad” alcanzó para tapar las internas: la tensión entre las diferentes líneas del PJ, la falta de convocatoria y la ausencia de nuevos liderazgos expusieron un proyecto en retirada.
Respaldo vacío
El respaldo a Bahl terminó siendo testimonial. Una foto pobre, un discurso reciclado y un gesto desesperado por mostrar poder donde solo hay desgaste. Lejos quedaron los actos multitudinarios y las verdaderas convocatorias; lo de Paraná fue apenas un círculo cerrado que habla entre sí, mientras la sociedad mira hacia otro lado.
