Por La Caldera. La novedad no es jurídica: es clínica. Miguel Cullen entra como terapeuta de guardia para mantener con suero un expediente que ya hizo paro cardíaco moral hace rato. No viene a sanar: viene a estirar. Se presenta como “respetuoso del sistema acusatorio”, pero en la práctica ese sistema en Entre Ríos no admite disensos reales: tolera la ceremonia, castiga al que desentona y premia la espera.
El plan es uno: alargar
El libreto es transparente: recusar, nulificar, calendarizar a medida, y estirar hasta el “número final de 70” —la barrera donde el art. 10 del Código Penal abre beneficios humanitarios para mayores de 70—. No es inocencia: es cronómetro.
Lo que no se toca (porque quema)
Mientras se “atiende” al paciente Urribarri, nadie revisa integralmente lo que hay que revisar:
Patrimonio total y beneficiarios finales: empresas, sociedades satélite, flujos reales.
Cadenas de contratación (seguros, excepciones, tercerizaciones, transferencias) con cruces forenses entre SIAF/SIGAF, AFIP, bancos y Tribunal de Cuentas.
Actores clave del ecosistema político que siguen fuera de foco, Adán Bahl entre ellos —el “dueño de la joda” en el sentido de arquitecto de la fiesta administrativa que se naturalizó—. No se trata de un nombre: es una matriz que nadie quiere mapear.
Diez años después, el espejo retrovisor
Hace una década que Urribarri no gobierna y todavía orbitamos su expediente como si ahí estuviera la solución a la corrupción. No avanza lo estructural:
Contratos truchos; seguros y cajas; IOSPER, IAFAS, Vialidad; CFI; los “lauristas” de siempre; los Fuertes de turno. Nada recibe un golpe estratégico que rompa la maquinaria. Se agarra a “uno” para la tapa, se suelta el resto para la continuidad.
La medicina que sí cura (y no se aplica)
Auditoría forense independiente de tres circuitos: compras/seguros, nóminas/tercerizaciones, y transferencias a ONGs/municipios/consorcios.
Publicación abierta de bases de datos, anexos técnicos y órdenes de compra en formato descargable.
Imputaciones en cadena de mando (no sueltitos), con recupero e inhabilitaciones como regla.
Trazabilidad patrimonial real: beneficiarios finales y vínculos societarios hoy invisibles.
Epílogo: terapia paliativa
Cullen no salva vidas: alarga agonías. Es paliativo de lujo para un sistema que prefiere el goteo antes que la cirugía mayor. Si nadie mete bisturí en patrimonios, empresas y redes de poder —incluidos los que hoy manejan la fiesta—, llegaremos a los 70… con el paciente vivo por aparatos y la enfermedad intacta.
























