La causa de los contratos truchos en la Legislatura de Entre Ríos no solo dejó al descubierto una red sistemática de desvío de fondos públicos, sino también las complicidades que permitieron su funcionamiento durante más de una década. En ese entramado, algunos nombres aparecen una y otra vez, no solo como beneficiarios directos del sistema, sino como sostenes políticos del modelo. Entre ellos, resulta inevitable mencionar a Juan José Bahillo, Guillermo Guastavino, Laura Stratta.
Pero hoy corresponde hablar de dos piezas clave que vuelven al centro de la escena: la diputada provincial Mariana Angerosa y el exsenador nacional Pedro Guillermo “Pemo” Guastavino, padrino político del actual operador de aduanas Guillermo Michel.
Angerosa, una dirigente de perfil bajo que supo escalar sin sobresaltos dentro del PJ entrerriano, responde al armado que lidera Guastavino en Gualeguaychú, y fue parte del bloque que durante años votó a libro cerrado los presupuestos, las rendiciones de cuentas y los manejos de la Cámara. Su silencio fue funcional a uno de los mayores desfalcos institucionales de la historia provincial, y su carrera política creció a la sombra de un esquema que hoy sigue intacto, solo que reciclado en nuevos nombres y nuevos operadores.
Pemo Guastavino, por su parte, reaparece ahora como el “garante político” de Guillermo Michel, el exdirector general de Aduanas y actual candidato del peronismo oficial. La relación entre ambos no es nueva: Michel fue funcionario suyo en el Senado, y su ascenso dentro del entramado nacional fue posible gracias a esa protección que combinó pragmatismo, obediencia y contactos en los lugares clave del poder. Lo que sorprende no es la influencia de Guastavino —que siempre operó entre bambalinas—, sino la velocidad con la que su protegido intenta ahora consolidarse como el salvador de un PJ entrerriano vaciado por los mismos que lo condujeron a la derrota.
Hablar de Angerosa y de Guastavino no es solo hablar del pasado. Es hablar de un presente donde las viejas estructuras pretenden reciclarse sin asumir culpas, donde los contratos truchos fueron apenas una herramienta más para sostener pactos de impunidad y silencios cómplices. Es hablar de un PJ que no termina de romper con los que lo traicionaron desde adentro, y que pretende volver a la gente con las mismas caras de siempre, solo que maquilladas con promesas recicladas.
La provincia merece una renovación real. No se puede hablar de reconstrucción con los mismos actores que fueron parte del saqueo. Angerosa, Guastavino y Michel son parte de esa historia que hay que revisar, no reivindicar.
Porque la memoria no puede ser selectiva, y porque el peronismo —si quiere tener futuro— debe empezar por sincerar su pasado.