Hablan de “unidad” como si no tuvieran pasado. Hablan de “futuro” cuando son la peor expresión del peronismo degradado: el de los contratos truchos, las amenazas institucionales, el espionaje político y el acomodo familiar como regla de gobierno. Los mismos de siempre, con las mismas mañas, pero ahora más desesperados y más expuestos.
LOS EMPLEADOS LEGISLATIVOS Y FUNCIONARIOS POSANDO TIPO DINASTIA
Adán Bahl fue el Ministro de Gobierno de Sergio Urribarri, cerebro operativo del aparato del “Plan Más Cerca”, del vaciamiento del Estado, de la obra pública dirigida por Alicia Benítez de Feltes y sus amigos de la Cámara, de los contratos truchos, de toda la familia adentro. Fue y sigue siendo eso: un burócrata impúdico, desvergonzado, que aplaudía mientras se armaban causas judiciales, se tapaban denuncias y se amasaban fortunas con fondos públicos.
¿Y Guillermo Michel? Un apretador serial, operador de tribunales y despachos en Buenos Aires, que nunca ganó una elección ni caminó un barrio sin chofer, pero pretende representar a Entre Ríos desde el teclado de un Excel. Solo lo respalda un acuerdo nacional entre Sergio Massa y Miguel Ángel Pichetto, armador de la nada, que cree que “federal” es lo mismo que “federación” y que confund Villa Elisa con Villa Dominguez.
Esta es la lista que dice querer “reconstruir el peronismo”. ¿Reconstituirlo con los mismos que lo vaciaron? ¿Con los responsables directos del descrédito, de la fuga de militancia, de la entrega a la derecha? ¿Con los que convirtieron al peronismo en una S.A. con domicilio fiscal en Tribunales y sucursales en todos los organismos del Estado?
El verdadero desafío peronista no es ganarle a Frigerio.
El verdadero desafío es que alguien todavía los vote.
