El procurador Jorge García eligió posar ante el campo en medio del vendaval de denuncias que lo rodea. Lo hace como si pudiera dar respuestas que no le corresponden: habla como juez, se vende como fiscal, cuando en realidad su papel es claro —es jefe de fiscales, nada más.
Pero no son tiempos de discursos vacíos. Con el nombre de Federico Uriburu ligado a nuevos hechos de abuso, la presión aumenta. García lo sabe y busca legitimidad social donde puede, aunque sea con promesas que están fuera de su alcance.
Elige a FEDERACION AGRARIA, espacio del polémico multicargos ALFREDO BEL, entre ellos elegir jueces….
En paralelo, Beto Bahl, ex vicegobernador, sigue en campaña como si la causa de los contratos truchos no existiera. La demanda social de su imputación crece, pero el blindaje político y judicial garantiza que nunca llegue a tribunales.
La postal es clara: un procurador acorralado por denuncias, un dirigente histórico que juega a la política como si nada, y una sociedad cansada de la impunidad que se disfraza de institucionalidad.
