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EL MAL GUSTO DE HALLE: EL AUTOR DEL PAPELÓN TELEVISIVO DE LA VIDENTE EN SUSANA GIMÉNEZ RECUERDA A FERNANDA AGUIRRE CON LIVIANDAD

A 21 años del secuestro y desaparición de Fernanda Aguirre, el exsecretario de Justicia José Carlos Halle reapareció públicamente para recordar el caso que conmovió a Entre Ríos y al país. Pero lejos de ofrecer una autocrítica sincera, su testimonio reproduce con tono melancólico una versión endulzada de lo que fue una de las peores páginas de la historia institucional entrerriana.

Con frases de Borges y referencias vagas a la memoria, Halle intenta naturalizar el paso del tiempo y disipar responsabilidades. Sin embargo, lo que omite deliberadamente es su papel central en el bochorno que significó sentar a la madre de Fernanda, Inés Cabrol, frente a una vidente televisiva en el programa de Susana Giménez, acompañado por el entonces funcionario Walter Carballo, titular de la Oficina de Asistencia a la Víctima del Delito.

Aquella escena grotesca —una familia desesperada expuesta en la pantalla nacional, mientras una médium decía «sentir el llamado» de Fernanda y señalaba un árbol cercano al cementerio de San Benito como posible lugar donde se hallaría el cuerpo— no fue improvisada. Fue avalada por el propio Carballo, quien ya había pedido al juez Héctor Toloy que se realizaran excavaciones en el lugar indicado por la mentalista, como registró El Once Digital y reprodujo La Voz 90.1.

Todo ocurrió a tan solo 48 horas de una elección provincial, lo que dio lugar a sospechas —más que justificadas— sobre la utilización política del caso. Aquel montaje televisivo, con excavadoras listas y cámaras apuntando, buscaba generar un golpe de efecto emocional ante una provincia atónita y una Justicia que ya había perdido todo control de la investigación.

Halle ahora dice que “es probable que Lencina se haya llevado el secreto al infierno”, como si la falta de respuestas fuera solo culpa del tiempo o del destino. Pero la verdad es que el aparato judicial y político de entonces fue incapaz de prevenir, investigar, contener y reparar. Y lo que es peor: utilizó el dolor ajeno como escenografía para lavarse las manos.

La SIDE abandonó el caso diciendo que no era de su competencia. La Policía fue apartada. Y cuando Lencina apareció ahorcado en su celda, las sospechas de encubrimiento se multiplicaron. La desesperación institucional se tradujo en gestos absurdos, como seguir los pasos de una médium televisiva.

Mientras Halle hoy recuerda con tono filosófico y evoca su paso por la política, el pueblo entrerriano recuerda otra cosa: la humillación pública de una madre, la inutilidad de un Estado que prefirió el show a la justicia, y la impunidad con la que todavía se pronuncian quienes deberían callar.

La memoria de Fernanda no se borra con declaraciones televisivas. Se honra con verdad, justicia y responsabilidad. Y ni Halle, ni Carballo, ni quienes avalaron esa puesta en escena jamás pidieron disculpas.