La Caldera

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💧 CFI: la fuente de los milagros de Frigerio

Créditos, promesas y una caja discrecional que se multiplica en Entre Ríos

En la nueva liturgia de la gestión provincial, Rogelio Frigerio encontró su manantial político: el Consejo Federal de Inversiones. Cada anuncio con el CFI llega como agua bendita: créditos, líneas verdes, programas para pymes, alivios fiscales, sostenibilidad y empleo. Todo suena bien, todo luce moderno. Pero detrás del relato del milagro financiero empieza a asomar un circuito que combina discrecionalidad, opacidad y propaganda.

🌾 El CFI, la caja de los prodigios

En apenas nueve meses, el gobernador firmó convenios por cifras que suenan monumentales: 3.000 millones de pesos para pymes, 1.000 millones para productores y un largo etcétera de líneas de financiamiento “competitivas”, “verdes” o “de innovación”.

Los comunicados oficiales hablan de un Estado que “acompaña”, de un financiamiento que “despega” la producción, y de un futuro “sustentable”. Todo con la marca institucional del CFI y la foto de Frigerio al frente. En papel, suena a federalismo virtuoso; en la práctica, el mecanismo reproduce viejas lógicas: fondos blandos sin control parlamentario, criterios poco claros y anuncios con más brillo que sustancia.

⚙️ Cómo funciona el truco

El CFI es un organismo interestadual con sede en Buenos Aires que presta asistencia técnica y crediticia a las provincias. No depende del Presupuesto entrerriano ni está sometido al escrutinio del Tribunal de Cuentas local.
Esa distancia administrativa convierte cada convenio en un atajo político perfecto: el gobernador anuncia obras o créditos, pero los fondos se canalizan por un tercero, sin dejar rastro directo en la contabilidad provincial.

Así, la “plata del CFI” se vuelve una fuente mágica: aparece cuando conviene, fluye hacia los sectores que garantizan buena prensa y se esconde detrás de tecnicismos cuando alguien pregunta cuántos beneficiarios reales hubo o cuáles fueron los resultados.

🔍 Lo que no se publica

Pese a la catarata de comunicados, ningún portal oficial exhibe los textos completos de los convenios, sus cláusulas de ejecución, los cronogramas de desembolsos ni los criterios de elegibilidad.
Tampoco hay un registro público de quiénes recibieron los créditos, qué montos se asignaron por departamento o cuántos proyectos fueron rechazados.

El relato es abundante en fotos, escaso en datos.
Y cuando se piden cifras, aparecen los redondeos: “$3.000 millones para pymes”, “$1.000 millones en marcha”, “decenas de beneficiarios”. Todo muy medido, muy controlado, muy útil para el titular.

💸 El “milagro” que cuesta caro

Mientras el gobierno promociona tasas subsidiadas, el propio titular del CFI, Ignacio Lamothe, admitió que las tasas de interés actuales son insostenibles para muchas pequeñas empresas. Y aunque se hable de “financiamiento verde”, las auditorías técnicas sobre energía o impacto ambiental siguen siendo confidenciales o inexistentes.

El crédito, por sí solo, no corrige la estructura desigual de la economía entrerriana. Sin infraestructura, logística ni energía estable, muchos proyectos quedan en la foto del anuncio. La provincia repite la postal: un acto, un banner, una promesa y silencio administrativo después.

🧩 Entre política y propaganda

El CFI cumple una función útil: dar soporte técnico a proyectos productivos. Pero en manos de una gestión obsesionada con la imagen, se transforma en una agencia de marketing estatal.
El esquema es claro:

  1. El gobierno negocia un cupo genérico.
  2. Lo presenta como conquista propia.
  3. Lo utiliza para repartir crédito político y fidelidad territorial.

Lo que debería ser una herramienta de desarrollo termina operando como una caja paralela de legitimación electoral.

🕳️ Falta control, sobra relato

No hay información pública sobre:

  • Desembolsos reales vs. montos anunciados.
  • Sectores y departamentos alcanzados.
  • Estado de morosidad o recupero.
  • Auditorías ambientales o sociales.

La opacidad vuelve imposible evaluar si los programas cumplen su objetivo o si se diluyen en la maraña burocrática y publicitaria.

⚖️ Milagros bajo sospecha

Si algo caracteriza al discurso de Frigerio es su apuesta a la moderación: sin confrontar, pero controlando el relato. Con el CFI, encontró la herramienta ideal.
No necesita aprobar créditos por ley ni someterlos al escrutinio legislativo. Los presenta como logros, pero los financia un tercero. Y si fallan, la culpa es del contexto.

El milagro, al final, no está en la gestión: está en la narrativa.

📜 Lo que la transparencia exige

Para que esta “fuente de milagros” deje de ser un acto de fe, la ciudadanía debería exigir:

  • Publicación íntegra de todos los convenios firmados.
  • Listado de beneficiarios y montos por rubro.
  • Seguimiento mensual de ejecución.
  • Auditorías independientes de impacto.

El federalismo no se mide por la cantidad de fotos, sino por la capacidad de rendir cuentas.
Sin eso, el CFI corre el riesgo de ser una caja generosa al servicio del marketing de Frigerio, más que una herramienta real de desarrollo para Entre Ríos.