PROSTITUCION INFANTIL EN PARANA: La Justicia que Demora, Calla y No Responde

PROSTITUCION INFANTIL EN PARANA: La Justicia que Demora, Calla y No Responde

El reciente caso de la mujer de Paraná, declarada culpable por prostituir a su hija de apenas siete años, no solo indigna por el horror de los hechos, sino por lo que revela de nuestro sistema judicial: un sistema que demora ocho años en dar una respuesta, en un caso que debería haber sido prioritario desde el primer día. Ocho años de espera para una víctima inocente es una tragedia añadida. Pero lo más alarmante es que, en todo este tiempo, no se haya identificado ni imputado a los abusadores directos.

Vivimos en una época donde las comunicaciones son digitales, donde las cámaras y la tecnología pueden reconstruir con precisión el movimiento de las personas. Sin embargo, la justicia parece haberse detenido en el tiempo, incapaz de utilizar estas herramientas para identificar a los culpables. ¿Cómo es posible que, frente a un delito tan aberrante, no se haya señalado ni a un solo responsable más allá de la mujer que actuó como intermediaria? Este vacío, además de inaceptable, es un insulto para la víctima y para una sociedad que demanda respuestas concretas.

Y aquí es donde la crítica va más allá del caso en sí mismo. Porque no solo es la demora, la ineficacia y la aparente incapacidad de investigar a fondo lo que nos preocupa. Es la actitud de la propia justicia, reflejada en una desconexión total entre los jueces y la sociedad a la que deberían servir. En lugar de enfocar todos sus esfuerzos en mejorar un servicio que está gravemente cuestionado, la Asociación de Magistrados parece más preocupada por "salvar la reputación" de sus asociados que por garantizar respuestas rápidas y efectivas en casos como este. Es un enfoque que refleja una absoluta falta de prioridades y un desprecio hacia el reclamo social de una justicia eficiente y equitativa.

Esta desconexión se manifiesta de muchas formas: en un sistema judicial lento, burocrático y ajeno a las necesidades de la gente; en magistrados que dedican más tiempo a defenderse mutuamente que a resolver los problemas reales; y en un desprestigio creciente que no se corrige con discursos vacíos, sino con acciones concretas. Cada vez que un caso como este se demora o se resuelve de manera incompleta, la sociedad se siente aún más alejada de sus jueces, viendo en ellos figuras distantes que parecen operar en un mundo aparte.

No hay tiempo que perder en debates estériles o en proteger "reputaciones" cuando lo que está en juego es la vida y el futuro de las personas. La justicia no puede seguir perdiendo el tiempo mientras casos como este esperan años para obtener una respuesta, y peor aún, mientras los responsables directos permanecen impunes.

Es urgente que el sistema judicial deje de mirar hacia adentro y comience a mirar hacia afuera, hacia una sociedad que no soporta más esta indiferencia. Porque no se trata solo de condenar a una persona culpable, sino de dar una respuesta integral, efectiva y rápida, especialmente en delitos tan aberrantes como este. De lo contrario, la justicia no solo seguirá demorando, sino que continuará siendo un mecanismo vacío, desconectado de la realidad y cada vez más distante de quienes deberían ser su verdadera prioridad.