La deuda de la justicia con la salud pública: un sistema que deja víctimas y responsables sin castigo. De Ricardo ALCAIN a RIOLO.
Ricardo Alcain.
En el debate sobre la responsabilidad de los hospitales públicos y sus profesionales, resurge la pregunta: ¿es suficiente la respuesta de la justicia cuando errores médicos y negligencias provocan daños irreversibles o la muerte? Casos recientes y pasados, como el del anestesista Riolo y el histórico del médico Ricardo Alcain, exponen las grietas de un sistema que parece ser indulgente con las instituciones y sus responsables, mientras las víctimas y sus familias enfrentan el peso del dolor y la impotencia.
El caso del anestesista Riolo: una tragedia actual
El anestesista Riolo, implicado en un procedimiento en el que falleció un paciente, se encuentra bajo investigación. Según los relatos, el hecho habría estado marcado por negligencias que involucran tanto al profesional como al hospital donde se realizó la intervención. Este caso plantea la cuestión de la cadena de responsabilidades en el ámbito de la salud pública y cómo las decisiones o acciones imprudentes pueden tener consecuencias fatales.
El caso histórico de Ricardo Alcain: VIH por transfusión de sangre contaminada
En 2001, un tribunal de Entre Ríos condenó al médico Ricardo Alcain y a dos profesionales del hospital público de Concordia por suministrar una transfusión de sangre contaminada con VIH a una mujer embarazada en 1992. La paciente, que buscaba salvar la vida de su hijo, contrajo el virus en un hospital público que no realizó los controles necesarios para garantizar la seguridad de la sangre. Los responsables fueron condenados a tres años de prisión en suspenso, una pena que no se tradujo en prisión efectiva, mientras que la mujer enfrentó las consecuencias de una enfermedad incurable.
El tribunal argumentó que se trató de una "negligencia grave", pero la sanción fue condicional, lo que generó indignación entre los afectados y organizaciones de derechos humanos. Este fallo dejó en evidencia cómo la justicia tiende a ser indulgente en casos que involucran a hospitales públicos, limitándose a penas mínimas para los responsables.
Un patrón que persiste
El paralelismo entre el caso Alcain y el de Riolo es alarmante. Ambos involucran errores graves en contextos de salud pública que afectaron profundamente a las víctimas. En ambos, la justicia parece resistirse a imponer penas ejemplares que no solo castiguen a los responsables, sino que también sirvan como advertencia para evitar futuras negligencias.
La salud pública es un derecho fundamental, y su garantía implica responsabilidades que deben asumirse en todos los niveles, desde los médicos hasta las instituciones. Sin embargo, cuando la justicia opta por penas leves o simbólicas, se envía un mensaje de impunidad que perpetúa prácticas negligentes y debilita la confianza de la sociedad en el sistema de salud.
La responsabilidad del sistema de salud y la necesidad de cambios
El caso del anestesista Riolo pone sobre la mesa la falta de control, supervisión y medidas preventivas que deberían ser la norma en los hospitales públicos. Aunque cada caso tiene sus particularidades, la reiteración de estos hechos sugiere una falencia sistémica que no puede seguir siendo ignorada.
Es necesario que la justicia adopte una postura firme frente a estos hechos, dejando de lado la indulgencia que ha caracterizado casos como el de Alcain. Solo a través de sanciones ejemplares y una revisión profunda de los protocolos hospitalarios se podrá garantizar que la atención médica no sea un riesgo para los pacientes.
Reflexión final
La justicia tiene una deuda pendiente con las víctimas de la negligencia médica en hospitales públicos. Casos como el de Alcain y Riolo nos recuerdan que detrás de cada fallo hay una vida marcada por el dolor, y detrás de cada negligencia, una responsabilidad que no puede quedar impune. Es hora de que el sistema judicial y sanitario actúen con la severidad y el compromiso que exige la protección de la salud y la vida humana.